= aunque sea para incordiar =

31 ene 2009

He llegado a la conclusión que desde hace un tiempo indeterminado, probablemente demasiado, me he concentrado en observar ojos que miran hacia el cielo. Gestos, muecas, atisbos, intentos; mínimos detalles preciosos y precisos que emanan sentido.

El rincón entre dos labios que discute hacia un costado.
Pestañas que se entrelazan concientemente en protesta de injusticia.
Yemas de dedos de manos ajenas que rozan la piel de una perfecta desconocida.
La ínfima silueta destacable del montón.
Brazos abiertos que invitan a un reencuentro con despedidas en un mismo instante.
Dos miradas que se funden en una sola cuando ya no miran más.
Las estrellas que se caen, literales, en el pasto de ciudad.
El vacío existencial que el silencio no va reemplazar jamás.

Las cosas simples le darán sentido a la vida, las invisibles nos darán placer. Lo nuevo nunca se equivoca, es nuevo, no sabe.

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